Todo el mundo tiene metas en la vida. Y apuntas a veces alto, a veces bajo. Pero siempre con ganas de conseguir lo que te propones.
Y las fuerzas a mí no me flaquean fácilmente. Siempre tengo motivos para seguir adelante y luchar y seguir luchar por aquello que me he propuesto.
Pero entonces, cuando no veo resultado a lo que hago para ganar, se me escapan las fuerzas como si fuera humo. Y lloro por no poder conseguir mi objetivo.
Alguien, alguna vez no hace mucho, me dijo que mi objetivo no cumplido era como haber querido llegar a la luna y tener todo, incluido el cohete. Y es mucho. Porque mis objetivos son muy ambiciosos (¿tan malo es?). Pero yo no quiero un cohete o un transbordador espacial, yo quiero la luna y la quiero conmigo. Porque mi objetivo es ganar.
Pero entonces, cuando no veo resultado a lo que hago para ganar, se me escapan las fuerzas como si fuera humo. Y lloro por no poder conseguir mi objetivo.
Alguien, alguna vez no hace mucho, me dijo que mi objetivo no cumplido era como haber querido llegar a la luna y tener todo, incluido el cohete. Y es mucho. Porque mis objetivos son muy ambiciosos (¿tan malo es?). Pero yo no quiero un cohete o un transbordador espacial, yo quiero la luna y la quiero conmigo. Porque mi objetivo es ganar.
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