La confianza se tarda a veces años en conseguir y tan sólo un segundo basta para destruirla. Y es en ese momento cuando te sientes con ganas de llorar a rabiar, como si el mundo se acabara o no pudieras levantarte nunca más.
En algunos casos se puede no llegar a confiar nunca más en nadie y, de alguna manera, entras en una espiral de soledad.
Y yo, como todo el mundo, he perdido la confianza en mucha gente muchas veces. Y la he recuperado, con la ilusión verdadera, a la siguiente nueva persona. Incluso se puede recuperar, con esfuerzo, con la persona que te falló.
Por ello: sonríe y no llores porque la confianza se fue. Sonríe porque siempre hay algo en lo que creer. Y, otra cosa más: Illegitimi Non Carborundum (Que los estúpidos no te hundan).
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