viernes, 9 de diciembre de 2011

Si de ti dependiesen los días...

Zahara se revolvió entre las sábanas, desarropándose. Mario la miraba dormir. Tenía una sonrisa pintada en la cara y se preguntó si sería por él. No pudo evitar, entonces, pensar en qué estaría soñando su pequeña Zahara para tener esa sonrisa placentera en la cara. La acarició y Zahara abrió lentamente sus grandes ojos marrones.

 - Buenos días - le susurró.

Y se dio cuenta de que era el mejor principio de todos los días hasta la fecha.

- Vaya, si parece un sueño despertarme contigo... - le contestó su pequeña.

Una risa fue su contestación. Qué bien sentaba despertarse con una sonrisa.

- Es fácil despertarse así contigo todos los días, ¿eh? Me vas a mal acostumbrar...

-Todo sea por hacerte sonreír otra vez.

Y Mario la besó, apasionadamente. Con ganas e intensidad. La piel de Zahara se erizó bajo una caricia de Mario. Su pequeña, como le gustaba pensar, ahora mismo no tenía atisbo alguno de inocencia. Y al fin salía la mujer que tanto le atraía en esa inocencia no fingida. Se deshizo de las sábanas y mojó las ganas de Mario en un buen café mañanero... Pero eso es algo que se quedará para otra vez.

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