Puede que el calor esté llegando, pero Zahara sigue teniendo frío. Mario se ha perdido a éstas alturas de año y la primavera, siempre tan colorida para ella, éste año está un poco más apagada. Pero no desespera porque sabe que vendrán tiempos mejores.
***
El césped está debajo de ella y lo acaricia haciéndola cosquillas en las palmas. Sueña despierta y está en algún lugar, lejos de allí. Mario la observa desde la distancia con ternura. Hace ya tanto tiempo que no son nada... o puede que no tanto, pero para él toda una eternidad...
***
El sol la da de espaldas y nota el calor recorriendo su columna. Un escalofrío como cuando Mario estaba allí. Unos brazos la acogen, un pecho que, sin verlo, conoce bien. Se deja acurrucar pero embravece por momentos y se escapa de su sujeción.
Le mira con los ojos rojos, que esperan no derramar lágrimas pero no tarda en darse cuenta de que es algo que llegará antes más que después.
-¿Por qué? - le pregunta.
-Por idiota. - la dice sinceramente.
Se acerca a ella y a punto está de rechazarle. Mario lo intuye y la sujeta la cara. Zahara nota las manos fuertes y se resiste pero se acerca y nota su calor. Poco a poco cae la resistencia y en unos segundos le tiene muy cerca.
Se dejan llevar y el tiempo pasa rápido en esa noche de verano...
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