
Y es que resulta que el amor no es cuestión de te quieros, es cuestión de demostrarlo. De pasar tiempo juntos. De odiarnos y de querernos. Sobre todo de querernos después de odiarnos. Esas reconciliaciones que llegan sólo tras una gran tormenta. De secarnos mutuamente las lágrimas, de soñar juntos y de querer escapar a veces, para darnos cuenta de lo que somos sin la otra persona... De ser sinceros cuando queremos.
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