Sentir que todo acaba. Que insistes porque no quieres, pero es inevitable.
Las lágrimas calientes por el rostro, ardientes y sedientas de tristeza.
Si lo intentas una vez, te chocas contra una pared. Si lo vuelves a intentar, ahí está la pared. Y lloras de rabia, de frustración, de miedo y de tantas otras cosas. Pero sobre todo lloras de pena. Porque estás en un punto en el que TÚ no has decidido estar. Pero sí lo han decido por ti.
Sentir que te mienten, que te dicen A y es B. Y que de B pasa a C. Y de nuevo esa impotencia. Y esa rabia. Y vuelven las lágrimas que arden en contacto con la piel.
Y se da una coincidencia que te mata: siempre coincide con la misma fecha…