Miro para atrás y me encuentro tan diferente que casi no me reconozco. Me doy cuenta si leo lo que escribía y el por qué. Me doy cuenta que cada historia era un yo que no era realmente yo por miedo a ser quién no podía, por moralidad o, simplemente, porque lo que me gustaba era con soñar en mi propia mutación.
Pero hoy… hoy no escribo. No me hace falta conocerme a mí misma a través de las palabras, ocultas, retorcidas y falsas de las historias. No me hace falta un yo ficticio para conocerme. Ahora me conozco a través de los ojos de quien me quiere. De quien me coge de la mano y me guía si no sé cómo seguir. De quien me acepta y me protege y alienta si tengo miedo o algo me daña.
Antes algo me lo impedía. Y ahora… ahora yo soy quien soy, quien se conoce a través del tiempo y no sólo de las palabras. Ahora, soy quien quiero ser y no necesito descubrirme a través de aquellas personas que, por lo que sea, no puedo ser… Ahora me conozco a través de quien me quiere… =D