Observo cada mañana cómo corren las horas desde que pongo los pies en el suelo para que llegue el momento de escucharte cuanto antes y darme cuenta de que debo callar. Mi lema es observar, escuchar, callar. Y es que a veces es mejor no hablar porque las palabras nos hacen flaco favor y el ser humano es muy dado a hablar por hablar. En algún sitio he leído que es de Borges “No hables al menos que puedas mejorar el silencio.” Y nosotros nos empeñamos en decir cosas incoherentes, tontas y absurdas. Y si alguien es listo sabrá que puede sacar partido de que hablemos por los codos, ¿eh? Que luego podemos decir cosas de las que nos arrepintamos... pero dichas, están y eso ya no lo corrige nadie.
Sólo es corregible el silencio de lo que no se ha dicho. Porque en algún otro lugar encontré: ''Eres dueño de lo que callas y esclavo de lo que dices''.
Y luego te llega alguien para explicarte, tarde ya pero digo yo que con ánimo de ayudar, que las palabras son como balas. Es, y siento la expresión, como escupir hacia arriba y que te caiga en la cara.
Y tras ésta parrafada sólo puedo decir que por ello no te digo lo que quiero decir y por ello me cuesta hasta el hablar... Porque decirte que me gustas es no mejorar el silencio, pero sí escupir hacia mi propio techo...